En la entrada de la semana pasada dimos un repaso a algunas de las causas que pueden provocar que las hojas de nuestra planta se pongan amarillas.

Hoy volvemos a la carga para enseñaros 3 circunstancias que pueden desembocar en la pérdida de color de la planta.

Causas de las hojas amarillas

Además de preocuparnos por la falta o exceso de luz y agua de nuestras plantas, es muy importante estar pendientes de sus niveles de hierro en el sustrato. La falta de hierro es, a menudo, uno de los principales problemas al que nos enfrentamos cuando tenemos plantas.

Lo más probable es que el sustrato donde se encuentra nuestra planta no sea compatible con las necesidades de la misma, afectando a la absorción de hierro. Cuando esto sucede, se le conoce como clorosis férrica.

Este tipo de clorosis es fácil de identificar pues la nervadura de la hoja permanecerá verde mientras que el exterior se volverá amarillo. Este problema suele ser típico de plantas acidófilas.

Por otro lado, además de la falta de hierro, la falta de nitrógeno también puede volver amarillas las hojas. Debemos saber que los principales compuestos que absorben las mismas para sintetizar su sustento son el potasio, el fósforo y el nitrógeno. Si falta este último, se perderá el color verde característico y afectará al crecimiento.

Para evitar esto, podemos agregar sustrato nuevo a la planta que le garantice un buen sustento.

Por último, otra de las causas más comunes de las hojas amarillas son las plagas de nematodos u otros insectos. Los nematodos, también conocidos comúnmente como gusanos microscópicos, se adhieren a las raíces disminuyendo el aporte de nutrientes a las plantas.

Es complicado saber cuando nuestra planta está siendo atacada por nematodos, sin embargo, algunas pistas pueden llevarnos a reconocerlos: debilitamiento de la planta, pérdida de hojas que se han tornado amarillas o aparición de agallas.

En nuestra próxima entrada os daremos algunos consejos para evitar y solucionar el problema de las hojas amarillas.